domingo, 24 de febrero de 2013

Reflexiones sesión 24 de febrero. María Miguel





Una vez que Clara adulta decide ponerse manos a la obra para “investigar” a través del diario de Jorge ya no hay marcha atrás. Según lo abre, van saliendo de él todos los personajes del pasado, un pasado que le hace recrear la historia de su hermano, como si de los personajes de un cuento que cobran vida se tratara. Desde aquí decidimos –de momento- enfocar el arranque de la historia de Aquí hay una mano.  Con estos fantasmas…

Soy Clara adulta y pienso que…
La sesión de hoy ha sido muy fructífera, y eso resulta satisfactorio  cuando estamos plenamente entregados a la investigación pura y dura, a probar sin buscar resultados, desde la libertad y frente al error,  para ver cúal sería la mejor  manera de contar esta historia, de qué forma se relacionan estos personajes en y con ella, entre ellos, con un tiempo u otro, y cómo la habitan.

Hasta ahora hemos intentado probar ritmos y estilos/géneros que Víctor va proponiendo desde los que intuimos podemos hacer que las piezas del puzzle vayan encajando; es complejo. Nuestra máquina está habitada por seres en momentos diferentes  (pasado, presente y futuro) de una misma historia, con conflictos variados y con puntos de vista diferentes dependiendo de quién sea el que mira. El mismo suceso puede tener varios significados dependiendo de quién lo cuente. Estamos haciendo especial hincapié en el arranque de la función, en las primeras escenas. Trabajamos el pasado como algo ritual, algo hecho muchas veces, ya vivido; el presente desde la observación, el descubrir registrando todo lo que sucede en este mismo momento en el lugar real de la sala, y el futuro desde la tragedia y gestionándolo como arrepentimiento de todo aquello que hacemos. Aunque “el futuro es inevitable” tal y como concluímos en la sesión de hoy.
Pero volvamos al principio. Lo fructífero de hoy; ver cómo vamos “acertando” con una manera de comunicarnos, con un hacer que las cosas vayan surgiendo, porque dejamos que pasen, porque transitamos de una a otra sin más pretensión que la de registrar aquello que sucede en cada momento, de permitir a nuestro personaje habitar en su tiempo, de estar todos en lo mismo estando cada uno a lo suyo…Mi sensación es la de estar en un barco (como el personaje de Santana me siento una mujer de mar) con un buen capitán, que nos va conduciendo por el mar adecuado. Todos somos el agua, y siento que mi personaje, Clara adulta es la única ola que acaba rompiendo en la orilla. Siento que Clara está muy definida como personaje (me ha costado, Juanma, pero voy entendiendo. Gracias por la complejidad) y que es quien es a partir de lo que los actores estamos buscando-creando-generando a raíz de la propuesta y opciones que Víctor plantea, por lo que los demás le hacen ser.  Las acciones de los demás me definen. Vemos sus conflictos a partir de los otros, éstos son sus fantasmas, y su motor, que se pone en marcha según ellos van moviendo ficha. Y como esto le sucede al personaje, la actriz lo recibe. Y me da una vida y una energía muy pero que muy valiosa para trabajar. Así que gracias “familia y entregados alumnos” y a mi otro yo de juventud, cuya mirada me carga cada mañana.
Muy importante cómo el ritmo adecuado hace que la maquinaria funcione de una manera más perfecta, respetando que tres mundos habiten un espacio en momentos diferentes.
Estamos probando también a no decir todos los textos de Clara adulta, si no que algunos de ellos salgan de sus máquinas: ordenador, teléfono móvil, cámara…
Hace unos días pensábamos en cómo relaciona a Clara joven con todo esto, ya que desde el inicio de la función por texto ella es la narradora que en el presente siente que algo le impulsa a contar esta historia. Y probando probando,  propuse  (creo que fui yo) sacarla de escena, y que todas las escenas del pasado sucedieran con ella sin estar. Curiosamente Lola, que hace de nuestra madre, Mica contó que cada vez que hacen una escena es como si Clara no estuviese, que la siente ausente. Así que a día de hoy Clara joven es una narradora espectadora que pulula por la historia participando sin estar, lo cual le da mucha más fuerza.

El valor de las transiciones.
Desde la sencillez estamos logrando pasar de un personaje a otro, de un tiempo a otro, de un escenario a otro, sin hacer prácticamente nada. Si esto se entiende así (y creo que sí) va a ser verdad que el teatro es magia (por si a alguien le quedaba alguna duda) y una función de teatro, una función matemática como muy claramente nos trasmitía hoy Victor.

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